El tratamiento de pacientes con dolor crónico tiene un componente psicológico
Uno de cada cinco europeos padece dolor crónico, es decir, un dolor que persiste más de tres meses, según el último estudio realizado por la prevalencia del dolor en Europa. En España el porcentaje es menor, uno de cada diez (11%), pero la intensidad y la duración suelen ser mayores a las del resto de países europeos. Además, el tratamiento de estos dolores requiere un gran esfuerzo económico. Por ejemplo, en Europa, los dolores de espalda en la zona lumbar (parte baja de la columna) suponen cada año alrededor del 1.9% del Producto Interior Bruto (PIB). Los pacientes más crónicos, que son el 20%, producen el 70% de los costes globales.
Ahora bien, los efectos del dolor crónico no se reducen al esfuerzo económico, ya que también tiene consecuencias psicológicas como la depresión, la ansiedad y la ira. En España estas repercusiones dejan una huella más visible, ya que el 29% ( aproximadament
e una de cada tres) de las personas que padecen dolor crónico sufren también depresión. De modo que la terapia psicológica adquiere especial relevancia para el tratamiento de este tipo de dolores. Por esto, Jenny Moix y María Isabel Casado han hecho un protocolo llamado Manual del Dolor, donde describen técnicas del tratamiento cognitivo-conductual, que es una de las terapias psicológicas más efectivas a este respecto.
Los autores del Manual del Dolor buscan que más clínicas empleen este tratamiento, ya que no había en el país un protocolo sistematizado que describiera su aplicación. Además, en España hay pocos médicos que se dediquen a esta tarea. Carlos Barutell, director de la Sociedad Española del Dolor, afirmó en 2008 que menos de la mitad de las clínicas del dolor cuentan con un psicólogo y sólo el 30% de ellos trabaja a tiempo completo.
Las técnicas congnitivo-conductuales son las terapias psicológicas más empleadas con pacientes que padecen dolores crónicos y han demostrado ser eficaces. Esta técnica no sustituye el tratamiento médico, sino que se aplican conjuntamente. Los pacientes que son tratados con ambas técnicas (la médica y la psicológica) han mostrado una reducción del dolor, de la incapacidad y de los estados de ánimo negativos.
En el protocolo se describen 10 sesiones grupales y dos individuales. Las sesiones grupales se dividen en tres partes: comentar las tareas realizadas en casa, la explicación de la temática de ese día y, por último, se proponen las tareas que se deben hacer en casa. En cambio las sesiones individuales tienen como finalidad comprobar la asimilación de los pacientes de los temas de las sesiones.
Ahora bien, la técnica cognitivo-conductual no es la única terapia psicológica que existe. La relajación es una de las técnicas alternativas. Ésta se basa en el hecho de que el dolor provoca tensión y en algunos casos ansiedad, lo cual puede aumentar el dolor. Resulta efectiva para los dolores de cabeza, pero no es eficaz si se aplica sola, es decir, sin algún otro tratamiento médico.
Otra técnica psicológica es la hipnosis. Según quienes aplican esta técnica, el dolor se ve influenciado por emociones, pensamientos y conductas, por lo que busca cambiar alguno de estos factores para reducir el dolor.
Las técnicas operantes, otra alternativa, se dirigen a tratar el factor conductual del dolor, por ejemplo, las quejas de dolor, cambios de postura, expresiones faciales y conductas de evitación. Esta técnica busca reducir o eliminar las conductas de dolor, restaurar actividades que se evitaban e instaurar el ejercicio físico. Aunque en algunas revisiones ha mostrado cierta efectividad para tratar los dolores de espalda en la zona lumbar, no se ha llegado a la conclusión de que sea el tratamiento que los médicos deban prescribir a pacientes con este dolor.
También hay otros tratamientos como el biofeedback, la terapia de aceptación y compromiso, mindfulness y la escritura emocional. Cabe destacar que la terapia de aceptación y compromiso tiene buenos resultados, porque quienes aceptan el dolor suelen indicar que la intensidad del dolor es menor que aquellos que no lo aceptan.
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